En LC Psicólogos aplicamos una gran variedad de técnicas operantes como apoyo a nuestras terapias.
Para el terapeuta cognitivo las técnicas operantes o conductuales constituyen otro modo de conseguir la modificación de las cogniciones del paciente al ayudarle a someter a prueba la validez de sus creencias.
Algunas de las técnicas operantes que aplicamos en LC Psicólogos son:
Como su nombre indica, consiste en tratar de atender deliberadamente a la propia conducta y registrarla, cuando se produce, a través de procedimientos procurados por el terapeuta.
Puede ser empleada como elemento de terapia por sí misma, o bien como medio de apoyo a otras técnicas.
Constituye una técnica base imprescindible para lograr resultados eficaces, ya que mediante ella el paciente se acostumbra a observarse, con arreglo a unas pautas que previamente se ha propuesto, reforzándose su nivel de aspiración cada vez que las ejecuta correctamente. Constituye un refuerzo constante de su autodisciplina, junto al seguimiento de su actitud a lo largo de un proceso.
Es utilizada muchas veces como medio para conocer la frecuencia o incidencia de un problema durante un periodo de tiempo. En otras ocasiones, constituye el punto de partida o de apoyo a distintas terapias.
Son procedimientos a través de los cuales el terapeuta enseña a los sujetos estrategias que les permiten diseñar autointervenciones para alcanzar determinadas metas a corto y largo plazo mediante la modificación de la propia conducta, en distintos contextos, a través de la manipulación de las consecuencias o de la reorganización de las situaciones antecedentes.
El objetivo es aprender a ser tu propio terapeuta.
Están dirigidos al aumento de determinadas conductas. Para ello, tras especificar de manera concreta las conductas que se desea aumentar, se emplea alguna forma de refuerzo positivo contingentemente a la emisión de estas conductas.
El reforzamiento positivo es una estrategia de especial importancia en el entrenamiento de padres con el objetivo de modificar conductas problemáticas de los hijos y de promover conductas adaptativas.
Se trata de un procedimiento en el que el terapeuta refuerza las aproximaciones sucesivas a la conducta deseada. Es un proceso dinámico en el que se van transformando paralelamente la conducta y sus consecuencias.
El encadenamiento está orientado a la formación de una conducta compuesta a partir de otras más sencillas, ya presentes entre las habilidades del paciente, mediante el reforzamiento de sus combinaciones.
El modelado es un elemento esencial en el aprendizaje de determinadas competencias.
Modelado encubierto
En esta técnica el sujeto imagina la conducta deseable así como las consecuencias favorables que provoca en los demás. Se repite dos o tres veces al día hasta que el sujeto se siente capaz de ponerla en práctica en su vida normal.
Puede combinarse con aserción, imaginando la reacción de los demás ante una adecuada actuación del sujeto.
El modelado es útil en trastornos de ansiedad, fobia a los animales, miedo al tratamiento dental o médicos, ansiedad a hablar en público, agorafobia, miedo al agua y a las alturas, entre otros.
El terapeuta guía al paciente para representar el papel de un personaje ficticio cuya conducta sería más beneficiosa para él que la que realiza habitualmente.
Se escribe un guión exhaustivo que ejemplifica un patrón consistente de conducta, y el paciente aprenderá a comportarse provisionalmente como si fuera la persona descrita.
Inicialmente se entrena en consulta mediante un role-play en el que terapeuta y paciente van intercambiando papeles para, posteriormente, salir a la vida real a practicar de modo controlado.
Consiste en la práctica de las respuestas o competencias que el paciente ha de aprender. La práctica puede llevarse a cabo en situaciones simuladas o de la vida real.
Los elementos clave del ERH son:
La técnica está específicamente dirigida al tratamiento de todo tipo de tics y tricotilomanía. También se ha aplicado a tartamudeo, morderse las uñas o labios, rechinar los dientes, competencia social, etc.
Terapeuta y paciente van programando las actividades diarias que realizará el paciente usando una jerarquía de tareas según la dificultad percibida por este.
Sirve, en el caso de pacientes depresivos, para poner a prueba la creencia de que no pueden hacer nada. La satisfacción asociada a actividades concretas va sensibilizando al paciente hacia un sentimiento de bienestar. Para cada tarea el paciente evalúa el agrado/malestar y dominio que ha experimentado al llevarla a cabo.
Se trata de elaborar un documento mediante el cual terapeuta y paciente explicitan las acciones que este decide realizar y establecen las consecuencias tanto del cumplimiento como del incumplimiento.
La mayoría de nuestras conductas están reguladas por contratos implícitos o explícitos. El problema surge cuando no está totalmente claro lo que se espera de nosotros o las consecuencias que acarreará no cumplir lo acordado, por lo que algunas personas desarrollan conductas poco adaptativas. Los contratos conductuales tratan de solucionar este tipo de dificultades.
Consiste en suprimir el reforzamiento de una conducta inadecuada previamente reforzada. Aplicando este método de modo continuado se obtiene una reducción consistente de la conducta desadaptativa.
Procedimiento consistente en la retirada pactada de algún reforzador positivo contingentemente a la emisión de una conducta indeseada.
Esta técnica retira las condiciones del medio que permiten obtener reforzamiento al paciente o saca al paciente de estas durante un determinado periodo de tiempo de modo contingente a la emisión de la conducta a controlar.
En la saciación es la presentación de un reforzador de modo masivo la que logra que este pierda su valor. Se puede provocar a través de la emisión excesiva de un reforzador o de la propia conducta que lo provoca.
Mediante la aplicación de la sobrecorrección el paciente remedia las consecuencias negativas de su conducta desadaptativa.
Existen dos tipos:
El procedimiento implica emparejar estímulos, pensamientos o conductas asociados a alguna respuesta que se desea eliminar con estímulos que generan respuestas desagradables o aversivas, de manera que disminuya la probabilidad de la respuesta indeseada.
Una variante de este procedimiento es la sensibilización encubierta. En este caso, se imaginan las respuestas indeseadas y se asocian, también en imaginación, a algún estímulo aversivo.
Consiste en que el sujeto preste atención a su conducta y siempre que aprecie que se ha producido la conducta que quiere modificar o desadaptativa, se aplique algo molesto o desagradable para él, previamente estipulado.
Un control adecuado y diario de las veces que se produce el acto a modificar y aquellas en las que el sujeto se ha aplicado el autocastigo contribuye a disminuir su repetición hasta su total desaparición.